Economía bipolar: ¿Estamos bien o estamos mal? 4p3672

Por Nicolás Lussich @

En los últimos días surgieron varias novedades en la economía, con tendencias aparentemente contradictorias. Baja la pobreza… pero sube el desempleo. Suben las exportaciones… pero baja la competitividad. El Uruguay coloca exitosamente bonos… pero las empresas tienen dificultades financieras. ¿Qué está pasando? ¿Se dice toda la verdad? ¿Se tergiversa la información? En realidad, más allá de la subjetividad con que cada uno vive y observa la realidad, hay una explicación para estas contradicciones. 162y

¿15 AÑOS DE CRECIMIENTO?

Uruguay creció 2,7% en 2017 y acumula 15 años consecutivos de aumentos de su PBI. Esta verdad estadística esconde –sin embargo- algo importante: hasta 2014-2015, la economía tuvo un crecimiento tan potente como equilibrado: más inversión, más exportación, más consumo. En 2015 la economía se estancó (el crecimiento del PBI fue apenas 0,4%), y a partir de ese momento retoma el crecimiento pero a tasas más moderadas, basado en el consumo y la exportación, pero con fuerte caída de la inversión. Por esto, afirmar que “Uruguay acumuló 15 años creciendo” es estadísticamente exacto pero puede resultar equívoco: el escenario cambió claramente en los últimos años.

Entender esto es clave al momento de explicar las contradicciones señaladas. En muchos casos, las buenas noticias derivan del gran ciclo de expansión hasta 2014, mientras las malas (o no tan buenas) se fundamentan en lo que sucede más recientemente. Por ejemplo: el aumento en las exportaciones responde –entre otros factores- a las fuertes inversiones realizadas en años previos, en la industria, el agro, el turismo, el comercio. Más allá de algunos factores coyunturales (suba en el precio de la celulosa, más exportaciones de carne), es claro que la capacidad exportadora de Uruguay aumentó, y eso se ve en los números; lo que no quita que hoy tengamos problemas serios de competitividad, porque los precios bajaron y los costos subieron.

La pobreza medida por el ingreso bajó en 2017, y es una muy buena noticia. Indica que más uruguayos salieron de esa condición, y para muchos es el punto de partida para una vida mejor, con la posibilidad de más logros. Entre otros factores, la mejora en salarios y jubilaciones (en especial los más bajos), tuvo su impacto positivo. Pero meses después se está dando un aumento del desempleo, que puede echar por tierra parte de lo logrado. La caída en la pobreza responde a un ciclo de la economía que ya culminó, apuntalada por el reciente aumento real de los salarios y las jubilaciones por la baja en la inflación; ahora el desempleo está subiendo y –si no se frena la tendencia- puede hacer retroceder los avances.

En otro orden, Uruguay colocó nuevamente deuda a nivel internacional con destacado éxito: U$S 1.500 millones, a 5% de interés en dólares, con una demanda que triplicó la oferta. Nuestro país tiene grado inversor, una deuda neta relativamente baja (32% del PBI) y una buena estrategia financiera desde el MEF. Sin embargo, las empresas –en los agronegocios y otros sectores- están con mayores problemas financieros. En el fondo, no hay contradicción: las perspectivas de Uruguay a largo plazo son buenas, pero hay problemas circunstanciales que se reflejan en las cuentas de las empresas y su financiamiento. Claro que –si estos problemas no se corrigen- las propias proyecciones de largo plazo se van a deteriorar.

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Hay un elemento adicional asociado a estas cuestiones: después de un ciclo de expansión tan contundente como el ocurrido entre 2006 y 2014, es lógico que se procese un ajuste a la baja en muchas variables. La pérdida de más de 40.000 puestos de trabajo desde 2014 hasta hoy, se explica –en parte- porque el punto de partida es extraordinariamente elevado. Ahora bien: si el empleo sigue cayendo y se acerca a niveles de 11 años atrás, eso sí preocupa. Lo mismo con la inversión: entre 2012 y 2014 llegó a niveles récord y cierta corrección a la baja era esperable; pero si no se recupera pronto, las malas noticias le irán ganando a las buenas.

Creo, además, que todo esto es especialmente relevante porque estamos a las puertas de la campaña electoral, y cada cual va a intentar llevar agua para su molino. Los instintos básicos políticos indican que el gobierno agitará lo bueno y la oposición lo malo. Pero la buena política (¿escasa?) trabaja siempre sobre la realidad, con sus claros y oscuros, reconociendo tanto los logros como las dificultades.

Por todo esto, más allá de los números, lo clave es incorporar que las cosas cambiaron y que Uruguay tiene dificultades que hay que atender. Está lejos de ser una locomotora invicta que sigue acumulando años de crecimiento, batiendo récords. Ante la pregunta del título, la respuesta es: “puede rendir más”.

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