Por Roberto Moar
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Elegir, seleccionar, escoger.
Elegir, seleccionar, escoger.
Pero también valorar, distinguir, premiar y destacar.
En una lista, donde se supone que están los mejores, uno debe medir cada detalle.
La valoración supera afectos y compatibilidades con el elector que debe tener frialdad y eficacia para, ante el requerimiento de un número acotado, maximizar las posibilidades que cada protagonista pueda brindar al grupo.
Cuando trasladamos al fútbol este proceso, y, además lo aplicamos para conformar un grupo que competirá en un Mundial, cada error puede significar el debilitamiento de un colectivo en el que cada pieza debe amalgamarse con el todo y no con el lucimiento individual.
Alguna vez, Pep Guardiola, en su primer discurso en Barcelona, resaltó que un jugador por sí mismo no es nadie y que necesita a sus compañeros alrededor.
Tras estas palabras, afirmó “somos uno” y comparó al grupo de jugadores con una familia.
Muchos de los integrantes de este plantel celeste han reafirmado ese concepto.
Una familia, un grupo sólido, un objetivo común.
El Sargento de Hierro, José Mourinho, que parece recorrer un sendero diferente al que transita el catalán, recibió un generoso elogio de Didier Drogba. El delantero marfileño dijo que Mou no le enseñó a jugar al fútbol pero que sí le enseñó a jugar en equipo.
No en vano, Jurgen Klopp, conductor del Liverpool finalista de Champions -para muchos el rock and roll hecho fútbol- ha dicho que se necesita convertir a los incrédulos en creyentes.
Hace unas horas, Oscar Tabárez dio la lista de futbolistas que son candidatos a defender a Uruguay en el Mundial.
La FIFA ha ampliado a 35 la nómina preliminar pero el Maestro la acotó a 26.
Jorge Sampaoli, el DT argentino, utilizó todos los cupos y Tite, el conductor del Scratch brasileño, no incluyó ni uno más de los permitidos para Rusia 2018 (23).
Conocida la convocatoria se dispararon las especulaciones.
Alguna vez, el técnico de Uruguay sentenció que no hay predicadores en el fútbol que hagan valientes a los cobardes y cracks a los torpes.
Por lo tanto, a la hora pasar lista están los mejores y no habrá conjuro mágico que transforme al Mono Pereira en Cafú ni a Nico Lodeiro en Messi.
El conductor sabe virtudes y debilidades de cada jugador.
Los ha testeado y observado con la paciencia del artesano que moldea la más preciada obra.
En este largo proceso que ha transformado a Tabárez en el seleccionador que más partidos ha dirigido en un equipo nacional han cerrado su ciclo futbolistas maravillosos como Forlán, Lugano, Abreu, Diego Pérez, Fucile o Arévalo Ríos, héroes de la epopeya de Sudáfrica.
Tampoco Pereiro, Rolan, Tata González o Maurico Lemos lograron quedarse en el plantel.
Nadie tiene un lugar seguro a menos que su rendimiento y entrega por la causa sean dignos de destaque.
En el inevitable ejercicio periodístico que supone debatir sobre quién está seguro y quién no, se pueden arriesgar algunos nombres sin temor a la equivocación.
Así, los goleros Muslera, Martín Silva y Campaña escapan a cualquier cuestionamiento de la misma manera que Suárez, Cavani, Maximiliano Gómez y Stuani.
Las dudas mayores parecen estar en la mitad del campo donde, además, se gestó el gran proceso de renovación que tanto le reclamaba la opinión publica a director técnico.
Meses atrás, y cuando aún no lo había convocado, Tabárez me dijo que estuvo siguiendo a Torreira más de dos años y me recordó que la citación de Matias Vecino fue precedida por una minuciosa observación de su rendimiento durante tres temporadas.
El margen de error, con este tipo de afirmaciones, se reduce al mínimo.
El incansable Cebolla, su heredero Nandez, Rodrigo Bentancur con ese andar desgarbado y elegante, Giorgian de Arrascaeta, el 10 que produce efectos maravillosos e inexplicables con la pelota, casi un hechicero del buen fútbol, el polifuncional Diego Laxalt, carrilero y lateral, parecen pisar firme en el fangoso territorio de la incertidumbre.
Godín, Josema, el histórico Mono, el exuberante Pelado Cáceres, Gastón Silva y Coates se ubican fuera del ojo critico.
Finalmente, Guillermo Varela, que ha bajado mucho su brillante rendimiento de la China Cup, Federico Valverde, un exquisito que no ha tenido la continuidad deseada en La Liga, Carlos Sanchez, alguna vez indiscutido titular, Nicolás Lodeiro, eterno abonado a las convocatorias y ausente en la ultima citación, Urretaviscaya, rápido y furioso, y Gastón Ramírez, director de orquesta que ha desafinado algunas veces en el combinado, parecen ser los jugadores condenados a la pelea por los lugares en pugna.
Para ello, deberán hacer mejor lo que más saben.
No en vano, el camino es la recompensa.
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