Fútbol, sushi y champagne 4p6g6e

Por Roberto Moar @

19 días, 11 vuelos y dos partidos después, mi mundial me devuelve a Nizhny Novgorod. Desde hace unos días, mi compañero de ruta, Guillermo Padilla, cámara de Subrayado en el Mundial, la llama “mi segunda Patria” por la cordialidad y afecto de su gente. 46824

Aquí también amaneció Uruguay después de la clasificación y tras sumar su segunda victoria.

Para variar, la actuación de los celestes reavivó el debate de nuestra afición y la prensa.

El cambio de estilo que va moldeando el entrenador al influjo del andar elegante de Bentancur necesita aceitarse.

Muchos esperaban ver al Barcelona vestido de celeste con Cavani en lugar de Messi al lado de Suárez.

Me permito citar a Jorge Valdano antes de continuar mi análisis:

Para que Uruguay sea Uruguay no necesita una final en el Maracaná sino un partido en la primera ronda en donde la vida y la muerte se den la mano. Maravilla ver que el primer país que conoció la gloria futbolística mundial sea el último en perder la humildad. Da igual el nombre del jugador, todos reman con la misma fuerza y en la misma dirección. En eso consiste jugar a la uruguaya

Para que Uruguay sea Uruguay no necesita una final en el Maracaná sino un partido en la primera ronda en donde la vida y la muerte se den la mano. Maravilla ver que el primer país que conoció la gloria futbolística mundial sea el último en perder la humildad. Da igual el nombre del jugador, todos reman con la misma fuerza y en la misma dirección. En eso consiste jugar a la uruguaya

Tan simple como eso.

Mientras nosotros alzamos la voz y discutimos sobre posesión, pases filtrados, pelota quieta, volumen de juego, quiebre de líneas, verticalidad y garra charrúa, Jorge Valdano, desde “El País” de Madrid, nos regala la iración de un sabio.

En un Mundial no hay mañana.

No hay tiempo para segundas oportunidades.

La inmediatez se impone a la búsqueda de la perfección.

Sin embargo, mientras otros arden en su hoguera de vanidades pregonando que nadie los iguala aún ante el fracaso, nosotros discutimos si Uruguay jugó bien o mal con la ceguera del que no reconoce el objetivo cumplido.

El comunicador Sebastián Sánchez puso una muy buena frase como ejemplo: “tras años de atún con arroz, hoy nos quejamos porque el sushi está seco”.

En 1982, Italia fue campeona del mundo con una paupérrima actuación en primera ronda y la explosión goleadora de Paolo Rossi en la segunda parte del evento. Nadie recordó esos primeros partidos cuando Dino Zoff levantó la Copa en tierra española.

Me llena de orgullo el compromiso de un plantel que -como cualquier devoto de la pasión futbolera- sabe que el rendimiento no fue óptimo.

En el debut el equipo se partió: los volantes muy cerca de su defensa y los delanteros a mucho distancia. El equipo de Cuper lo aprovechó y se apoderó de la media cancha en el primer tiempo.

Ante Arabia, hubo leve mejoría y muchas cosas para corregir. Pero siempre es más fácil hacerlo desde la victoria. La idea de Tabárez de quebrar líneas ante una defensa cerrada con Cebolla y Sánchez no funcionó pero alcanzó otra pelota quieta y la voracidad por el gol de Suárez para clasificar.

Y eso es motivo de orgullo.

Desde 1954, un equipo celeste no avanzaba en un Mundial tras su segundo juego.

El futuro dirá cuál es el futuro.

El paso de los partidos marcará si nuestra orgullosa celeste juega uno o cuatro partidos más tras pasar por Samara.

Pero discutir ahora -cuando nadie desconoce dentro de este grupo de jugadores que pueden y debe mejorar- es quejarse de las burbujas del más caro champagne francés luego de años de tomar vino picado.

Temas de la nota

Dejá tu comentario 4s3u4w